ME DIRIJO A VOSOTROS
Ninguna alegría terrenal puede compararse con la bienaventuranza que significa para el alma recibir la Palabra divina, aunque el cuerpo y la mente humana no toman parte en ese sentimiento bienaventurado. Pero la recepción de la Palabra divina está siempre unida a la estancia del alma en esferas espirituales, donde el cuerpo no puede seguirla y, por tanto, permanece intocado por las impresiones. Pero el alma se inunda de poder y luz y se fortalece durante el corto tiempo que pasa en el reino espiritual.
El alma está, en cierto sentido arrebatada de la gravedad terrestre, pero conectado al cuerpo a tal punto que puede regresar a la Tierra en cualquier momento, por lo que el estado de recepción de mensajes espirituales es siempre consciente, porque el cuerpo está en anticipación de lo que el alma le dice acerca de sus impresiones en el reino espiritual, que siempre se transmiten al intelecto en forma de enseñanzas. Pero toda la riqueza espiritual del alma nunca será impartida al cuerpo, porque el alma ve muchas cosas que no puede describir con palabras y por tanto no puede transmitir de forma comprensible, pero que sin embargo permanecen con ella como un tesoro espiritual que podrá desenterrar después de su entrada en el reino espiritual.
Lo que transmite a la mente es importante para la duración de la vida en la Tierra y contribuye al desarrollo ascendente, y por lo tanto también debe transmitirse a los demás seres humanos. El corto tiempo de recepción de bienes espirituales a través de la voz del espíritu es inmensamente beneficioso para el alma, y se le abren áreas que nunca antes había conocido y que también son inaccesibles a la mente humana. El alma absorbe los rayos de luz de todas partes, por lo que el conocimiento permanece con ella incluso cuando haya abandonado esas áreas.
Sin embargo, si puede llevar también el conocimiento a la Tierra, es decir, si puede impartirlo también al cuerpo, de modo que el ser humano como tal pueda adquirir conocimiento de lo que antes era desconocido, depende de la voluntad del ser humano, de hasta donde intenta penetrar intelectualmente en la verdad. Después de una conexión con el reino espiritual, el alma siempre se comunicará con el cuerpo, pero el grado en que se produce esta comunicación lo determina el propio ser humano a través de su voluntad.
Por lo tanto, puede traer bienaventuranza a su alma mediante su disposición a recibir bienes espirituales, aunque la comunicación del alma con el cuerpo no sea lo suficientemente profunda ni extensa como para brindar también felicidad intelectual al ser humano. No obstante, el alma se comunica de diversas maneras, pero siempre se fortalece mediante la conexión con el reino espiritual, y su deseo de alimento espiritual siempre aumentará. Por eso, el ser humano que recibe la Palabra divina nunca dejará de alcanzar conexiones espirituales, pues el alma anhela cada vez más el alimento que le conviene y ya no se satisface con lo que el mundo le ofrece, una vez que haya recibido del reino espiritual, lo cual la hace infinitamente más feliz.
A veces, por eso, el alma se retira en sí misma, es decir, el cuerpo sabe poco de sus éxitos espirituales, pero nunca quedará totalmente sin conocimiento, que aumenta cuando más exige el intelecto también por aclaración …
Amén